Jantoki Fried Chicken

Bai, bai, noski. He aquí el paradigma y el secreto de nuestra fuerza. Los vascos sabemos comer, si señor. Una pareja de extranjeros de verdad compuesta por un inglés y una canadiense, casi jubiletas, profesionales liberales, poseedores del secreto de la vidorra, tan codiciado, que en traducción libre sería:

vacaciones + euskadi + cantabria + palencia = 1 kilo x 1 día

se sintió intrigada por el nombre de las calles bermeanas, y al explicarles la palabra "toki" y sus múltiples aplicaciones, inevitablemente tuvieron que pasar por el "ibiltoki", por el "txoritoki" hasta el "jantoki" y en un inesperado giro lingüistico que sólo se le puede ocurrir a una filóloga frantsesa surgió el retruécano consabido. El "Jantocky Fried Chicken" se convirtió en el "Akelarre" de Bermeo, y las grasosas carnes, salidas de no_se_sabe_muy_bien_qué_pollo, que la pechugona Pamela Anderson define más o menos como cruel e innecesaria forma de alimentarse, se convirtieron en sopa de pescado, espárragos gigantes, chipirones en su tinta y arrocito, chuletillas de cordero y pimientitos, postres caseros y un vinín que ya ya.

En fín, que esta ecuación selecta y pantagruélica nos mola a todos por igual, y no cabe duda que nos acerca más unos a otros, como otros tantos placeres de la vida. Al final, no somos tan distintos, pero te das más cuenta de eso cuanto más distinto conoces. Porque ya lo dijo Quevedo:

"Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga"