lunes, 17 de diciembre de 2007

Gratis et amore?

Pues sí, los abrazos nos han revolucionado. Hemos visto que somos más estrechas, más arisconas, más cohibidas, más cortadas, menos lanzadas de lo que parecíamos. Vamos que lo de que invadan nuestro espacio no nos va. Vaya por delante que no es que no nos guste abrazarnos pero eso sí con quien queramos y cuando queramos (bueno, vale, a veces ni lo uno ni lo otro, para qué nos vamos a engañar) y eso sí, ha quedado claro que lo de que esté limpio/a y aseado/a cotiza al alza. Que a nadie le amarga un dulce, vaya. Lo que pasa es que yo no veo al Clooney, ni a ninguno de esos tíos buenos oficiales que les dé por ir por ahí ofreciéndose para abrazar o ser abrazado. Una lástima.
Pero yo le estoy dando vueltas a lo de la gratuidad. ¿Qué es lo que nos parece más raro, que la gente vaya ofreciendo cualquier cosa o que lo ofrezca gratis? ¿Es verdad que en este mundo nuestro en el que todo cuesta y mucho -como la fama- estamos dispuestos a dar-recibir algo gratis? Pues yo creo que no.
Vamos a dejar a un lado por supuesto el trabajo remunerado. Está claro que trabajamos por dinero -¡de qué si no íbamos a pegarnos los madrugones que nos pegamos en estos días tan fríos como témpanos! Incluso vamos a dejarnos de las milongas con las que nos engañan a las mujeres -como a chinos de los de antes- con eso de que tenemos que realizarnos en el trabajo. Está claro que las mujeres en esto, como en tantas cosas, pringamos, porque tenemos que pagar esa plusvalía de estar realizadas. Pues no, señor, también las chicas trabajamos por dinero, no sólo para comprarnos bolsos y zapatos y pagarnos liposucciones (aunque también). Fíjate, da la casualidad de que también tenemos obligaciones, cargas familiares, incluso entendemos de algo más que de jabón de lavadora. Aunque yo sinceramente no entiendo muy bien qué es eso de estar realizada en la vida.
Pero en fin, que se me va el santo al cielo, volvamos a lo que damos o hacemos gratis et amore. Pues yo creo que hay muy pocas cosas que demos verdaderamente gratis y por amor o por costumbre. En el fondo, siempre esperamos algo a cambio, un gesto, una caricia, una sonrisa o simplemente una muestra de reconocimiento (tantas veces tan esquivo), un ya sé que estás ahí o un sincero gracias. No creo que nadie dé su tiempo, su cariño, su entrega, su predisposición sin esperar algo a cambio. Ni siquiera el amor de madre que es el supuestamente más incondicional que existe. A la larga, todos y todas esperamos una recompensa y si es recíproco, mejor que mejor. Si no, el riesgo es el chantaje emocional. Y en eso, queridos peralimoneros, no voy a entrar a estas horas, porque puedo meterme en un jardín del que será difícil salir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo, nadie da nada a cambio, todos esperamos algún gesto que de alguna manera nos indique que lo que hemos dado es bien recibido, al menos un gracias.

Por tanto, y volviendo a los abrazos... qué esperan los abrazadores? qué se reivindica con dar un abrazo a alguien al que no conoces de nada? sinceramente, me parece una soberana chorrada. Yo querer abrazos, sólo el de contadas personas y sin agobiar...

Y como comentaba ayer durante la comida... esto de las reivindicaciones públicas, como que a mi no me va... si no voy ni a la manifa pro-vivienda digna, como para irme al Guggenheim a abrazar a viejos que arriman la cebolleta...

Rien de rien (hoy estoy afrancesada, es lo que tiene catalogar revistas como Afrique Nouvelle :P).

Anónimo dijo...

joder con el género! pues yo soy de esas que una sucesión de destornilladores convierte en ser cachondo; es decir me despotorra, me convierte en tía facilona y blanda. Pero sigo siendo selectiva, vaya, en lo que puedo. Es como cuando ves a las inglesas que van como putas con un frío del carajo y unos tacones baratos pseudo-vickibeckan y distingues a las españolas erasmus porque llevan su cuello vuelto esquivando babosos borrachos de esa cerveza barata que sabe a pis. Pues igual. Yo tampoco pienso las cosas, la ecuación es muy simple:
tío bueno (tipo morenazo-cachas-sonrisa encantadora) = premio

Ahora, me se escapa una cosa, por comentar: Yo ya sé quien ha escrito esta entrada - se le empieza a ver el plumeriiiillloooo, señoriiiitaaa
je, je

Anónimo dijo...

Tenías que introducir nuestro nuevo término favorito, eh???? jajaja!!!

A nuestra autora anónima se le ve más el plumero que a Jorge Javier Vazquez...