sábado, 29 de diciembre de 2007


Me gustaría poder asumir la paternidad de este texto, pero he de reconocer que pertenece a otra privilegiada mente. De todos modos, considero que para terminar el año, acompañado de los excesos propios de estas fechas, es muy apropiado.
EL PEDO: SU HISTORIA Y CLASIFICACIÓN
Respetable público: heme aquí ante ustedes dispuesto a defender una necesidad biológica tan exagerada injustamente por todos los humanos, sin recordar que todas se peden cuando nadie les oye, y se quedan tan satisfechas. Son gente hipócrita que se han empeñado en decir que el pedo es un ruido molesto e indecoroso que ofende a la que lo escucha y denigra a quien lo expele.
Nada de eso, señoras; el pedo ha sido y será una fuente de hilaridad sanitaria que produce efectos optimistas y es inevitable muchas veces. Nadie desde que el mundo es mundo ha podido evitar el pederse varias veces al día y en diferentes tonalidades. Se peía Cleopatra, delante y detrás de Marco Antonio; se peyeron Napoleón, Hitler, El Greco y otros muchos. Se peen magistrados, militares, funcionarios, curas, cirujanos, psicólogos… y sin poder evitarlo. Pues bien, si esto de peerse es inevitable y hasta sano, ¿por qué hemos de rebelarnos contra lo que la naturaleza nos impone? Seamos consecuentes, señoras, y no condenemos una cosa que todas hacemos y no tiene otra defensa que dejarse oír. No condenemos el pedo con sólo oírle. Hay pedos indecentes que no son dignos de ser escuchados, ni son tolerables. Para ellos nuestra más evidente enemistad, pero para los pedos inocentes e hilarantes seamos benévolos. Lo merecen y voy a catalogarlos:
Pedos honradotes: Se expelen en una sola emisión de voz. Son silenciosos y cortos. Huelen mal. Se los tiran mozos de cuerda, atletas e individuos hercúleos.
Pedos cocidos: Son los que suenan agudamente y sin tremolas. Se tumba uno de risa, y la expelente se azora por lo ridículo de su pedo. Se los tiran los empleados de banca, peluqueros, comisionistas, botones de casinos. Suelen ser inofensivos.
Pedos con rabo: Son los que empiezan finito y acaban en porra. Huelen mal. Se los tiran los carteros durante el reparto, los guardias de seguridad, serenos, dueños de casas de huéspedes. Levantan airadas protestas de los radioescuchas y no son aceptables.
Peditos (llamados también avellanas): Son peditos pequeños de escasa duración y que salen en ristra como los ajos. Se los tiran de cinco en cinco las mecanógrafas, telefonistas, azafatas y las cajeras de farmacias. Por lo coloradas que se ponen las niñas y la peste que se masca se adivina en seguida dónde está la emisora.
Cuescos: Son pedos blandos que tienen sonido ahogado y casi siempre dejan nicotina en los calzones. Vulgarmente se los llama pedos con rebaba. Huelen indecentemente. Se los suelen tirar los que pasan muchas horas al día sentados: curas, notarios, abogados, estudiantes, contables, médicos de laboratorio. Son una verdadera guarrada y el que se los tira es un cerdo.
Follones (también conocidos por follidos o bufas): Son los más traidores porque no avisan y cuando uno los percibe ya se ha tragado la mitad. Dejan, además una estela larguísima y está uno oliendo mal durante un cuarto de hora. No son admisibles y el que se los tira es un cerdo.
Pedos acuáticos: Son los que nos tiramos dentro de la bañera; son simpatiquísimos, pues apenas huelen y hacen “glu”, “glu”…
Pedos universales: Son de miedo: son los pedos que nos tiramos en la cama cuando estamos arropaditas. Cuando ya no nos acordamos de ellos nos damos media vuelta y nos los tragamos enteros.
Pedos santos: Se los tiran las viejas en las iglesias a primeras horas del día, y como están en ayunas son horribles; las viejas continúan impertérritas y tosen un poquito para despistar; pero como si nada.
Pedos de cine: También son de alivio. Parece que vienen arrastrándose por el suelo, suben por las piernas del espectador hasta que llegan a las narices. No hay defensa. Al encenderse las luces todos miramos con odio a nuestro vecino.
Pedos infantiles: Se les escapan a los niños en las visitas. Las mamás suelen pegarles mansamente a los bebés, mientras que las visitas dicen con sonrisa compasiva: “Pobrecitos, eso le pasa a cualquiera”.
Pedos zapateros: Son los que nos tiramos, o mejor, se nos escapan cuando intentamos atar el cordón del zapato. Por la violenta postura se hace el pedo escandalosamente ruidoso. Se suele mirar rápidamente hacia atrás, y si no viene nadie se respira con satisfacción.
Pedos marciales: Son los que se tiran los soldados cuando van en fila. Cuando la tropa se los tira después del rancho y éste ha sido de judías estos pedos son tóxicos. Así se han producido muchas bajas de militares. Cuando el que se los tira es el jefe y va a caballo no hay quién lo esquive.
Pedos de mula: Denominados así por la violencia con que se expelen y por la postura, pues suele ser levantando la pierna para ahuecar las nalgas. Estos pedos son característicos de algunos individuos durante el trabajo, abusando de la condescendencia de las compañeras; incluso, algunas de estas ventosidades dan lugar a una ovación si su ejecución ha sido perfecta.
Pedos conscientes: Termina la clasificación con estos pedos, no escapados, sino tirados voluntariamente, aprovechando un momento en que estamos solas. Levantamos la nalga y… ¡zas! Después se trabaja más a gusto. También se los tira uno cuando va por la calle y el ruido de los vehículos amortigua la explosión, pero sin levantar la nalga, claro.

Bueno, pues esto es lo que hay… de momento.

3 comentarios:

rb dijo...

Y la foto qué representa, la flora intestinal??

Una amiga mía nos tuvo una noche martirizadas con los pedos mochileros, esos que te los tiras y durante un rato llevas en la chepa (o pantalones, para ser más exactos).

Me decía la pobre que no podía evitarlo, y cuando me alejaba, me decía, no seas cabrona que se nota que soy yo... Hay qué joderse!!

Feliz año, coleguis, en 2008 váis a flipar... tengo fotos y malaleche de sobra para haceros el año "agradable", jijijijiji

Anónimo dijo...

yo coincido plenamente que pedarse es salud. De hecho, cuando los intestinos empiezan a funcionar (bien en el caso de los bebes, las que sean mamás y papás lo habrán sufrido más que otros; bien en el caso de grandes a los que les tienen que volver las tripas a la vida,eso lo he sufrido yo por empatía) el PEDO es síntoma de que todo va bien, de que el tubo tiene entrada y salida. Quizás nuestro cronista me haya provocado un pedito silencioso cuando he leído esta entrada al llorar de risa, o quizás vergüenza por pensar en algún escapado en sitio público. En fín, cuando uno está inflado cual pez globo, ¡qué alivio se siente cuando uno se desinfla!

holahola dijo...

Es curioso, pero al final todo se reduce a la etapa inicial de caca, culo, pis. Siempre lo primordial son las funciones vitales y lo demás son tonterías. Además, de ser sanos los vientos, casi siempre hacen gracia los chistes marrones y escatológicos..