lunes, 25 de febrero de 2008

De trascendencia y otras frivolidades

Cuando nos ponemos trascendentes, somos la pera. Lo mismo sabemos el color de pelo de Jesucristo y sus costumbres en todos los terrenos, que constatamos la inexistencia del más allá, porque en el más acá el supuesto dios en el que deberíamos creer consiente cosas que no deberían suceder ni en la peor de nuestras pesadillas. Y bueno, claro, por supuesto que no cremos en el tinglado -léase, iglesia, institución- que se ha montado alrededor de la necesidad que todos en algún momento de nuestra existencia tenemos de sentir o de creer o de querer creer que la vida, como dice Juanes el de la camisa negra, es algo más que un ratito. También queremos pensar que la vida es algo más que eso que se nos va mientras pensamos qué hacer con ella. Lo cierto es que religiosos o no, creyentes o no, practicantes o no, todos nos negamos a pensar que nos morimos sin más o que el destino está marcado y que hagamos lo que hagamos, el día en que estemos próximos a partir nos viene dado como si fuera un código de barras, ya desde el principio. Y claro de esa necesidad básica y universal se aprovechan los que montan las religiones, los que montan las sectas (que lleguen o no a iglesias es cuestión de tiempo y dinero y para muestra el botón de la cienciología o el vaticano, que partir, partió de la secta de los nazarenos), los santeros que se aprovechan y cobran 600 euros por darte un ritual para que te curen el corazón partío cuando te dejan más tirao que una colilla. El ritual consiste en llevar un papelito en la cartera y un líquido para lavarte la cara. Pues ni que fuera agua de rosas con hilitos de oro, porque 60o euros son 600 euros. Por lo menos es más fácil que si tienes que tener un mechón de pelo del que te ha plantado como una margarita. Ya ves, todo sea por facilitar la vida. Entre santeros, brujas, tarotistas, curas, ayatolás y demás expertos del gremio parten el bacalao y juegan con la necesidad de creer de la gente. Y luego pues da lo mismo ser cofrade que ir a que te lean las cartas, o los posos del café o las líneas de la mano o pensar que si se te cruza un gato negro vas a tener mala suerte. (Desde luego si vas en coche y se te cruza, el que tiene mala suerte es el gato porque terminará espachurradito el pobre). Esto de la salvación siempre es a cambio de algo, lo de ser buena gente va bien, pero generalmente hay dinero de por medio. Y a partir de ahí ¿qué mas da gastarte el dinero que no tienes en flores o en el traje de cofrade o en potingues para conseguir la juventud -divino tesoro- o para que te quiten el mal de ojo? ¿Quién piensa en el dinero cuando lo que te juegas es la salvación más o menos eterna? Ahora bien, yo en esto, como en todo, pido que se deje de ser cutres. Yo no me olvidaré nunca de la procesión del Nazareno en la calle de las Cortes hace unos años. No sé si ahora será menos cutre en la puesta en escena, aunque reconozco que a fervor y sentimiento no le gana nadie en este Bilbao poco dado al folklore callejero. Allí el del local "el gato negro", cantaba con la garganta rota, una saeta desgarradora que no dejaba a nadie indiferente llegando directa y desafinadamente a los oídos del personal. Las mujeres de moral distraida habían colgado los edredones -que en algún momento habían tenido colores vivos- en las ventanas y tiraban flores de plástico -superkisch, tía- al Nazareno que pasaba bajo su balcón y según habían pasado los de la procesión, las chicas iban volviendo a salir a la calle para mantener el negocio, que una cosa es la devoción y otra la obligación y está la vida muy mala, como para andar perdiendo oportunidades. Quien quita que entre todos los que habían ido a la procesión con su legítima, algunos no se despistaran un rato para desquitarse de la abstinencia cuaresmal por 20 euros. Pues oye, por si acaso, allí volvían a salir y coincidían en poco espacio los megacofrades con sandalias o descalzos con los tambores y trompetas por un lado y un poco más allá las chicas esperando clientela. Surrealista y en el centro de Bilbao. Digno de ver. Y además gratis.
Así que después de tanta trascendencia, de tantas conclusiones sesudas, yo sigo a favor del glamur y de lo frívolo. Estoy mucho más tranquila desde que sé que en una perfumería de Bilbao, venden en exclusiva botox en crema y ya ni hay que operarse ni inyectarse ni nada. Supongo que será otro timo como el del santero recuperaamores, pero todo sea por estar estupenda.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver que te parece:
Muy buena tu lectura crítica sobre cómo los temas parecen redireccionarse los unos a los otros y retroalimentarse ad infinitum Contestandote puedo probarlo, así como que puedo probar lo contrario. La aparente contradicción tiene su explicación y su explicación vale para 'probar' ambas posturas. Bueno, si bien no es una prueba sólida como un pegote de ADN de asesino en el cuerpo de la víctima, sí que realzará la naturaleza meramente conceptual de la idea de Dios y cómo, inevitablemente, sólo podemos disponer de la dialéctica para probar su existencia o inexistencia. ¿Empezamos con mi rollo? Bien. Dios es ante todo y para todos una abstracción. Cuanto más nivel de concreción encontramos en su mero concepto, más primitivo es el punto de vista desde el que se observa. Si hacemos un repaso muy esquemático a la evolución general del concepto "dios" en la historia de la Humanidad nos daremos mejor cuenta de esta idea. En el hombre 'pre-histórico' no se da sa separación conceptual entre dios y el universo. Son lo mismos elementos magnánimos de la naturaleza los que son objeto de devoción o culto (aunque sea muy primitivo). El sol, la luna, las constelaciones, los ciclos de las lluvias y sus elementos asociados, el trueno, el rayo... son objeto de culto porque son los que ordenan el universo de un hombre cuya visión del mundo es esencialmente panteísta: no ha separado creador-creación. Este hombre primitivo y ecológico (en cuanto a que forma parte íntegra y armónica de su ecosistema) no es un hombre con religión, porque todo su existir es re-ligión (atendiendo a la etimología de la palabra, más que una existencia re-ligada este hombre vive una existencia ligada, así pues hablamos de "ligión"). Los ritos que este hombre llevaba a cabo tenían la función de conocer a fondo los ciclos naturales, respetarlos y observarlos para garantizar su supervivencia. Así, a través del rito, de la celebración de fechas destacadas, etc., se podía conservar en la memoria humana la sabiduría necesaria para saber cuándo sembrar y cosechar, cuándo se producen las crecidas de los ríos, o qué vientos anuncian las lluvias, o qué tiempo va a hacer dependiendo de cómo se vea el cielo o se comporten los animales (o cuáles son los signos inequívocos de la llegada de un tsunami, cosa que conocían algunos pueblos muy antiguos)... Así pues no hay dios porque no existe su concepto. Desde acá, siglo XXI podíamos afirmar: sí, claro, pero ¿no podría leerse la relación de este hombre con la naturaleza como la del cristiano standard con su Dios standard? Bueno, acá empezamos a vislumbrar por dónde van los derroteros: hoy en día existe un concepto de agente ordenador del universo independiente del universo. Este concepto es dios. En el cristianismo no se acepta en general el panteísmo: creador y creación son independientes y ésta es consecuencia de aquel. En el hombre antiguo no se da esta separación porque aquel hombre, esencialmente no se percibía ni como "cima de la evolución" ni como separado de la naturaleza. Conforme el hombre empieza a transformarla naturaleza empieza a separarsae de ella. Esto es, cuando el equilibrio del ecosistema de aquel hombre es roto -las grandes extensiones de cultivo de explotación son un ejemplo de rotura de ecosistema- éste empieza a percibirse a sí mismo como algo "aparte" del ecosistema. Al empezar a "crear" cosas empieza a percibirse como cima de la evolución... en un proceso de miles de años, paralela a la acción del hombre sobre la naturaleza se va escindiendo como por gemación una idea que antes estaba implícita en el universo Humano: dios. ¿Cómo? Si el hombre es capaz de crear cosas con sus manos y organizar la naturaleza a su gusto, todo lo que existe habrá sido hecho de forma similar por un creador, que es el que ha ordenado el mundo tal y como se conoce. Así nace Dios. El hombre va transformando su visión de Dios progresivamente, haciéndolo transportable, antropomorfizándolo, dotándole de más características humanas conforme el hombre ha ido llegando más y más lejos en su dominio de la naturaleza. Como corolario: veo evidente la relación entre el deterioro de la naturaleza del que somos agentes y espectadores con la arrogancia intrínseca del hombre al percibirse como cima de la evolución y como "dominador" de la naturaleza. Los hechos nos demuestran que no somos lo primero y que respecto a los segundo, realmente somos nosotros los dominados. Y creo que las religiones juegan un papel determinante en esta percepción. Insistir en ideas como separar creador-creación o colocarnos en la cima de la evolución en base a nuestros propios criterios incontrastables es perpetuar nuestra manera desastrosa de relacionarnos hoy con el universo. El animal más peligroso del bosque es... el hombre?
Ahora ¿intuís quizá mejor a qué me refiero cuando hablo de dios?
Por ello, con toda esta disertación demuestro que dios no existe, pero también que existe...
El que tenga oídos que oiga.

rb dijo...

Joer, esas lentejas tenían tripis en vez de zanahorias, no??

Anónimo dijo...

qué putada he perdido el enlace para adjuntarlo de dónde he sacado lo que he contestado a 'soy yo'. Ya lo siento la página no tenía desperdicio.

Anónimo dijo...

Pues eso, Pomero, que aunque hoy estoy espesita, me he leido la parrafada y estoy de acuerdo y no estoy de acuerdo. El concepto ha ido evolucionando a medida que las necesidades cambian.Nada que objetar. A partir de la modernidad con el concepto de progreso, el hombre se cree la reostia o el copón de la baraja, pero, ay, amigos, no puede impedir la realidad que nos iguala a todos. Todos morimos, incluso los ricos que lloran y también se mueren (afortunadamente porque si no, los pobres lo teníamos más claro todavía) y por mucho progreso, por mucho siglo XXI lo cierto es que nacemos, crecemos, algunos nos reproducimos e inevitablemente morimos. Y eso igual que los primitivos. El dios de la modernidad es el del hombre del progreso. Pero estamos en un mundo posmoderno, todo vale y no vale, todo es relativo, no hay seguridades fijas, estamos en la cultura de los tres minutos, ni dios lo entiende, vaya, y así estamos buscando como locos algo a lo que aferrarse. Si los expertos en el ramo no lo facilitan, pues habrá que buscar otras cosas. De todas maneras,frivolidades aparte, si Dios existe, es en la capacidad que tenemos de crear vida en el amplio sentido de la palabra. Y me voy a cenar, porque la única seguridad fija que tengo es que tengo hambre, que me han pegado una timada en el Museo de Bellas Artes por un menú minimalista.

Anónimo dijo...

pero qué coño decir? a ver el hombre - y la hombra - son sólo racionales pero animales, como decía Álvarez de la Iglesia, y muy capaces de inventárselo todo e incluso, ojo al dato, maragato, de creerse ciegamente lo que inventa, hasta que lo convierten en realidad verdadera.
Inquietante.
Por sierto, que yo sí que creo que si te mueres no vas ni al infierno físico y químico ni a un cielo azul con philadelphia pa untar en todas las nubes. Tu cuerpo deja de funcionar y punto pelota. Carpe diem, compañeros, y si yo no puedo anímame si es que me quieres, maripuri.