Monseñor y su Dios

Yo creo en Dios, pero en este tipo de dioses, ay ay ay ay esos que chorretean lluvia sus músculos, esos que miran con dulzura pero pim pam pim pam pim pam a la mínima, ay ay ay, esos que con la mirada te desnudan, pero qué cuerpo, qué posturitas, ay, ay, AY!!!!!!!!, mi mazas terruno, con esos tríceps preparados para aguantar asaltos mandingos, pero ay, ay, ay, ay, sí, sí, sí monseñor si mi Dios te cogiese por banda no te dejaba ni las patillas de las raibangs. Ay, ay, ay pero mirar qué porte, qué cuerpo, lo que daría yo por ser espina para clavarme en tu melena negra.
Y qué me dices de esa tableta, Dios!!!!, qué Nestlé, qué caliente me estoy poniendo, me fundo, como monseñor en el baño haciendo kit-kats con la escobilla, qué desmayos ilustrísima. Pero no, no son poemas místicos sino orgasmos monseñor. Y Dios, existe, existe, existe, existe, existe y así lo que dure su mano con el mango de su buena amiga. Seguro que lo logra ilustrísima, usted céntrese en nuestro Dios adjunto y vea e imagine lo que podría hacerle en 10 minutos, más no necesita esa tableta mandinga, gima, gima, gima gima gima, gima sin pudor como le han enseñado las Hermanitas de la Lamidad. Pero nuestro sicario de cristo se siente avergonzado, está desnudo y no sabe que ha ocurrido. Mira aturdido a la ventana de la habitación y se da cuenta de que está abierta. Alguien mientras soñaba ha entrado en su aposento y ohhhhhhhhh siiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!! le ha violado. Ha profanado lo que más le gusta a nuestra ilustrísima, su culo.
En sueños lo está oyendo, qué ocurre, qué pasa. Suena, qué suena, es el maldito despertador, Monseñor se da cuenta, aturdido aún, se da cuenta, todo ha sido un sueño, qué pena, que real parecía. Otra vez será, igual en la siguiente Dios se hace real y no tiene que recurrir al triste y frio mango blanco.