miércoles, 30 de enero de 2008

De gente rara y talentosos

No sé qué pasa últimamente, pero prolifera por la tele mucha gente rara, no friki, rara, qué leches, que tiene sus minutilllos de fama en los concursos que abundan por doquier. Los más posmodernos, al menos de apariencia, pueden bailar, otros pueden cumplir su sueño cantando mejor o peor, mientras que otros tienen que saberse la letra completa, o demostrar que tienen un supuesto talento que ya quisieran muchos de los que se suponen que son los talentosos por excelencia. Aunque muchos, la verdad, son para llorar, talento no tendrán, pero moral más que el alcoyano. Con tener el valor de salir haciendo muchas de las cosas que hacen, ya vale. Una americana de USA, vestida de faralaes, cantaba flamenco por amor, dijo, porque se enamoró de un gitano y allí salieron los dos, cantaores enamoraos, cantando -bueno, según se mire, porque cantar lo que se dice cantar no era- un flamenco desgarrador por lo desafinado no por el sentimiento, no os vayáis a creer. Lo más fuerte de lo poco que vi, fue el chico con sindrome down y mechas rubias en el pelo que bailaba las coreografías que le hacía su madre. Carne de gallina, bueno más bien piel de gallina, se me puso de verlo, porque el chico no lo hacía mal y es una muestra de superación, pero claro, no sé hasta qué punto el jurado puede ser imparcial, aunque tampoco sé si tiene que serlo. Así lo presentaron, que nadie vuelva a decir "no puedo". Alucina, vecina, porque claro a ver qué hacemos los que no bailamos tan bien ni nuestra madre nos hace coreografías, ni nos atrevemos a hacer puenting, por poner un ejemplo. No puedo no diremos, pero intentarlo, ni hartos de coca-cola y menos ir a algún concursito de los de marras. Aunque el sentir general parece ser otro. En general, llama la atención que la gente concursante es muy normal de tipo, tirando a fea, sobre todo los que van a hacer karaoke en al pie de la letra. Una experta opinión masculina me dijo el otro día que es normal, porque como los cocos malayos (que deben ser la ostia de feos) no ligan ni pagando pues que en las discotecas se pasan el rato bailando y cantando todas las canciones y así se aprenden las letras de memoria. Bueno, dije, pues puede tener su lógica. Claro que luego pensé que me sé bastantes canciones o por lo menos trozos y dije, pues, hombre, según se mire, pero no vamos a entrar en detalles ni en confesiones gratuitas que luego pasa lo que pasa y los cafés dan para mucho, sobre todo para explicitar todas las necesidades básicas, desde la comida y bebida hasta la eliminación intestinal y renal -qué fino me ha salido- y por supuesto el folletineo variado que es la estrella de las conversaciones y frasecitas de doble o triple sentido. Las ha habido mundiales, pero me quedo con la de que nadie quiere venir a cepillarnos... ¡qué lástima!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimada Enncanna de noche y peralimoneros: te digo yo que los que se nos quieren cepillar no han probao lo que es bueno, yo en esto sí que estoy con el capitán Pomero, aunque respecto a las mujeres estoy con nuestra inefable diCharochera: somos distintas y aguantamos más porque no tenemos aquel músculo delator, y por eso nos caen, bueno, a algunas guarras más que a otras, epítetos calificativos como calienta-braguetas, reina de la barra, pelabainas, etc. tiene nombres mil... Con todo pasa igual: pueden ponerle los nombres que quieran, pero al final, las ganas tienen que salir por algún sitio, no me jodas, maripuri, y ganas de cepillarnos se ve que tienen. Y es que ya lo dice el refrán...
por sierto que me tengo que teñir las raices...